Esta mañana me desperté feliz. La sensación era de bienestar, tranquilidad y plenitud. La vida me regaló un despertar maravilloso, todo gracias a un hermoso sueño que había tenido. El problema empezó cuando quise acordarme qué había soñado – o con quién - . Me esforcé y no logré recordarlo, lo busqué y rebusqué en todos los recovecos de mi laberíntico cerebro, exploré en las profundidades de mi amplio corazón y por último me aventuré en los misterios de mi alma…
Nada, recordé miles de cosas, grandes eventos funestos y hermosos y pequeños momentos felices. Lágrimas, sonrisas, amores y desamores. Sueños viejos, sueñitos, fantasías y deseos. Pero del sueño feliz, nada de nada. Pensamientos tristes ensombrecieron mis ojos, una mueca de desazón se dibujó en mis labios, con la mandíbula tensa y los nervios crispados salí a la calle.
¡Sueño de mierda!
Me arruinó el día…
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