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viernes, 27 de septiembre de 2019

La Canción




Siempre quise escribir una canción.
Deseaba saber cuál era tu sueño, para poder cumplírtelo.
Pero no pude leer el dolor en tus ojos.
Quería escribirte una canción.
Pero jamás hubo un beso ni un adiós.
Sólo miradas y pequeños roces.
Quiero escribirte una canción.
Pero no puedo mirar atrás.
No se puede dejar lo que nunca se tuvo.
Te escribiría una canción.
Para decirte que sos hermosa a tu manera.
Que en cada esquina encuentro tu perfume.
Siempre quise escribirte una canción.
Pero nunca pude leer en tus ojos el dolor.

domingo, 28 de julio de 2019

Reencuentro



La peatonal te supera, te aturde, te aísla, empuja, atosiga, te escupe realidad, te golpea con dolores, te asalta con sonidos, te aplasta de multitud, te pisotea con humos y humores, con caras largas y alegrías ajenas. Te masacra, aprisiona y te retuerce.
¿Odiarla? nunca. Porque de vez en cuando te cruza un viejo amor.
Y el tiempo se detiene.
Y la masa no existe.
Y sólo ves esos ojos que alguna vez fueron tu mundo.

27-07-2016

lunes, 8 de julio de 2019

Loco amor







El loco pasó su vida enamorado de una estrella, soñando con volar y poder abrazarla. Pasó miles de noches en estoica contemplación, nunca nadie conoció un amor así, tan poderoso, tan imposible.

Una noche no lo ví más, el improvisado observatorio quedó vacío, alguien me dijo que el loco enamorado huyó despavorido cuando un desalmado le susurró al oído: "sólo ves la luz que tarda millones de años en llegar hasta acá, de seguro tu estrella murió hace eones".
Yo prefiero pensar que el loco aprendió a volar.

martes, 18 de junio de 2019

05-01-15



La boca negra escupe destellos. Los cuerpos se rechazan debido al calor, tanto que terminan en una miedosa unión. El cielo gira formando una inmensa partitura que nos permite leer a las estrellas. La música y tu mano crispada, la sal y la mirada profunda. Al final nos abandonamos y la noche densa nos abrasa.

martes, 11 de junio de 2019

La Compañía




Gastón se había acostumbrado a su presencia. Primero fue una voz suave y untuosa, charlas pasatistas durante el día, susurros de muerte y dolor durante la noche. Luego fue una sombra de brisa fría, de esas que erizan los pelitos de la piel. Voz y sombra. Compañía y miedo. Por último, ya era un tipo común, con ropa común y un perfume dulzón que se sentaba en la mesada de la cocina o a los pies de la cama que lo miraba con ojos negros irreales, de vez en cuando sonreía en una mueca azul.

Nunca le puso nombre, tampoco él se presentó, sólo miraba, susurraba y sonreía. Mirar, susurrar y sonreír.

El baño era el único lugar donde Gastón se aislaba, él no entraba ahí y sí fue durante 364 días. Mirar, susurrar y sonreír.

Al año del primer susurro, Gastón entró al baño, se miró al espejo y se asustó, él (el de los susurros) estaba reflejado ahí ¡en el baño! Enojado, o con miedo, dijo basta, buscó la pistola que guardaba, la misma que un año antes tomó la vida de su padre, apuntó cuidadosamente al ojo del que sonreía en el espejo y tiró.

El perito no comprendía, dos orificios de bala y sólo una vaina servida. El hueco en el espejo trizado parece un ojo negro, irreal. Del orificio que ocupa el lugar donde estaba el ojo izquierdo de Gastón mana un hilo de sangre que corre por las uniones de los cerámicos del piso del baño formando una cuadrícula carmesí. Un laberinto de muerte, piensa.

Ahora nadie mira, nadie susurra, nadie sonríe…

jueves, 28 de febrero de 2019

Inolvidable




Me desperté con el gusto metálico del amor y, al acostumbrarme al paso de la penumbra al brillo matinal, tu rostro vuelve a dibujarse emergiendo de la profundidad de la almohada, tu mirada fija en mí me estremece y cierro los ojos y recuerdo.
Recuerdo tus caricias nocturnas que sabiamente recorrieron mi cuerpo en alquimia perfecta con nuestras almas. Recuerdo tu susurrante voz, trémulamente inaudible, jurando no volver a lastimarme. Recuerdo creyéndote y mi corazón enterrando en pasión la duda racional. Recuerdo un orgasmo de plata en roja y voluptuosa explosión. Recuerdo la pesada mano del sueño.
Vuelvo a abrir mis párpados y compruebo, con gozo, que tu mirada sigue fija en mí, tus labios en rictus de socarrona sonrisa me provocan unas ganas locas de besarte, cosa que haría con gusto si no fuera por ese cuchillo que tenés clavado en el cuello…