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miércoles, 21 de octubre de 2020

Salvaje



 En mi jardín crecía un yuyo que tenía una flor, traté de arrancarlo varias veces y siempre sus espinas me lo impedían. Un día dejé de intentar y me limité a gozar de su salvaje hermosura. Fue un buen cambio.

Ahora espero que la flor se marchite.
Me compré unos guantes de cuero re pulenta.

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