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martes, 18 de septiembre de 2012

Tierra cansada



La tempestad lo sorprendió justo cuando el sapo estaba convencido de que sería príncipe.
Parecía una tormenta más, el vidriado bosque pétreo no se preocupo y siguió escupiendo a la luna, mostrando sus pútridos dientes, cagando pestes.
La tierra se revolvió, sacudiéndose, como queriendo desembarazarse de ese maldito parásito. El cielo se desgarró en un rojo antinatural, rojo de venganza, rojo de dolor. Lenguas de fuego lamieron los pies de los ídolos de barro, quebrándolos. La bestia ahora llora, suplica.
Los océanos pálidos colapsan. No es el fin, es un comienzo. El sol volverá a salir.
Pero el sapo nunca será príncipe, sólo será el rey de un pantano seco, de una tierra yerma...

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