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viernes, 11 de febrero de 2022

Inalcanzable


 

 

 Besos que murieron sin nacer. El contraste de tu palidez nunca acurrucada en mi pecho. Tus caderas sólo en un sueño atrapadas por mis manos. Imaginar tu perfume, tu sabor, el ritmo de tu respirar. Sólo eso. Todo eso.

Es el producto de un roce imperceptible, un simple gesto cotidiano, el mero intercambio de un billete por algo. Algo común y listo. Sólo eso. Todo eso.

Verte, desearte y caer en la vorágine cotidiana. Tan cerca. Tan lejos. Y tu mirada me traspasa. No soy. Vos reís y el invierno es más dulce. Hasta mañana. Esta noche miraremos la misma luna. Sólo eso. Todo eso.

Sueños

 

 

I

 No quiero soñar con el contraste de tu piel entre mis manos

No quiero desear el encuentro sacrílego de nuestras bocas

No quiero recordar tu sexo mágico entre penumbras

Sólo quiero quedarme con tus lágrimas (que aún reverberan en mi mente) y así poder acariciarte con mis letras.

II

Y al fin me animé a sentarme a tu lado quedando cobijado por pieles y por tu seno generoso, te mordí el labio inferior mientras mis manos dibujaban el contorno de tu rostro. Mientras afuera el frío es amo y señor, adentro el calor de un hogar, alimentado a leña y caricias, me aletarga e induce al ensueño de la intimidad. No te amo, no me amás, es sólo pasión que se alimenta de sangre palpitante. Es sólo naufragar en voluptuosas aguas. Es sólo sexo. Es sólo un sueño. Nada más.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Pequeño milagro

 



En la impaciencia de la carne encontramos nuestro solaz

Hallarnos es un pequeño milagro

Y en esa amalgama mágica nos crecen alas

Fundidos en sudor volamos dentro de esta jaula que parece infinita

Revoloteando eléctricamente buscamos una salida con pocas ganas de encontrarla

En ese derrotero la claridad nos sorprende y estallamos en luz de ojos blancos

Cerramos nuestras alas y lentamente nos desvanecemos

Hasta que el tiempo y nuestros besos nos vuelvan a encontrar

Y tus manos tratarán de dibujar mis alas

Pero sólo garabatearán con sus uñas ríos de placer en mi espalda

Los milagros, por más pequeños que sean, no se someten a voluntades humanas.


miércoles, 28 de octubre de 2020

Vamos

 



Soy todo y nada, no tengo nombre, pero me conoces bien. Me sientes. Siempre estuve ahí.

Estuve libando del cosmos desde lo profundo de la tierra, donde la raíz late y la sangre alimenta. Vengo a entregarme en holocausto carnal. El premio no es la salvación tampoco lágrimas. El sentido depende de vos.

Vamos, toma mi mano, siente mi piel, es tuya es de todos.

Vamos, camina de nuevo por mi pecho.

Vamos, saltemos en colores.

Vamos, amémonos sin tocarnos.

Nuestros ojos serán cómplices de esta vida. Anímate. Ayúdame. Tengo sed.

¿Vamos?

sábado, 24 de octubre de 2020

1973

 


La primera vez que lo vi me impresionó su porte, su andar y un rostro casi perfecto coronado con una sonrisa a lo Clark Gable. Pasó y apenas se fijó en mí, pero bastó un cruce de miradas para que el piso desapareciera bajo mis pies.

Con el tiempo pude acercarme a él, me convertí en una especie de mucama personal, lo atendía en lo que necesitara, siempre para él estaba y en mi mente él estaba para mí.

Un día no pude con mis ganas y lo espié mientras se duchaba, ahora era un fuego que recorría mi cuerpo al ritmo de sus manos enjabonándose, la lujuria obró y mis ojos se posaron en su miembro, tuve que taparme la boca para no gritar, al borde del desmayo salí corriendo. Me acosté y soñé.

Creo que él sabía de la atracción que ejercía en mí. Pequeños roces, guiños, palabras. Y entonces sucedió, una mañana me convocó a su cuarto con la excusa de darme ropa para lavar, al llegar, ahí estaba, apoyado en su escritorio, toalla a la cintura, pelo húmedo, unas gotas perlaban su frente y su pecho, alcancé a adivinar su excitación bajo la toalla. Me acerqué con todo el miedo del mundo y él me rodeó la cintura con sus brazos, mis labios buscaron sus labios, mi mano buscó el objeto de mis desvelos. Me tomó ahí, sobre el escritorio como en las películas, era mi primera vez, un dolor gozoso me atravesó, mi corazón saltaba de amor, de un dulce amor. No recuerdo si fueron 10’ o una hora, nos despedimos con un beso furtivo, clandestino, como nuestro amor.

Fue una relación de casi un año, uno de los años mas felices de mi vida, 1973, nada volvió a ser lo mismo.

En diciembre se graduó de Alférez de la FFAA, mi cadete era ahora un oficial. A mi me dieron de baja en la última tanda, la colimba había llegado a su fin. Volví a casa, a mis viejos, a salir con la barra del barrio, a pasear con mi novia y a soñar con mi cadete eterno.

Mandarina




 Mandarina, mandarina

¿Cuándo serás mía?
Naranjita de los pobres
Dulce aroma en la piel
Mandarina, mandarina
¿Cuándo serás mía?
-Nunca, nunca- me dijiste
-Soy de otro y vos también-
Mandarina, mandarina
Tu acidez me mata.

Payasito



 Payasito ojos de corazón

En el fulgor de un golpe de resorte en la esquina de mi cuaderno se instaló. Es un dibujito que se me ocurrió. Desde ahí juega con las palabras que escribo, las mezcla, las esconde o las pone de cabeza. Pero hay una de la que se enamoró (la desea tanto que no la toca). Eternidad.